Comentario a “Georges Bataille: la pérdida, el fascismo y la propuesta comunitaria”

 

Ricardo Laleff Ilieff[1]

 

Referencia del artículo comentado: RICCI Cernadas, Gonzalo. Georges Bataille: la pérdida, el fascismo y la propuesta comunitaria. Trans/Form/Ação: Revista de Filosofia da Unesp, v. 46, n. 2, p. 97 122, 2023.

 

El artículo de Gonzalo Ricci Cernadas (2023) ostenta el mérito de informar cómo operaron los trazos de un tópico crucial – el de la comunidad – en la obra de Georges Bataille. Se trata de un mérito indudable a tono con los desafíos de una escritura enrevesada, entretejida con un modo de pensamiento cuyo hermetismo parece haber sido ensayado deliberadamente. En ese marco, Ricci Cernadas añade algunos componentes analíticos que sitúan lo fundamental del decir de Bataille acerca de la comunidad vinculándolo tanto con los filamentos de una serie de tradiciones que lo antecedieron y constituyeron, como con la estela de una corriente que se forjó tras su muerte. Así, la perdurabilidad de la cuestión de la comunidad aparece registrada en debates posteriores, dando vida a eso que bien podría llamarse su “renacimiento” tras los horrores de la primera mitad del siglo XX. Es que ciertos pensadores franceses y anglosajones, con marcadas diferencias, volvieron sobre ella, la invocaron como algo inexorable, aunque también decididamente maldito. De una u otra manera, el vocablo se convirtió en eje de distintas reflexiones abjurando siempre del esencialismo o el sustancialismo del pasado. La comunidad, por tanto, fue desarticulada, resignificada; y lo fue aún más al constituirse en un producto del intelecto que en un tópico que hundía sus raíces en las urgencias del mundo de la vida. Y en eso, a pesar de algunas de sus polémicas aristas, Bataille fue crucial, es decir, fue crucial – como señala Ricci Cernadas (2023) – para pensar una comunidad de otra manera, para pensar una comunidad “(in)finita”, con las potencialidades y peligros que ello conlleva.

Ahora bien, no quisiera adentrarme en este aspecto que remarca muy bien el artículo de Ricci Cernadas (2023); más bien preferiría indicar, solamente, el enraizamiento conceptual de la comunidad.

Como es harto conocido, toda evocación o tematización sobre dicho término suele señalar sus versiones primeras en tiempos de la koinonía griega. Su dignidad conceptual y su intensidad política deben, sin embargo, ser acreditadas al pensamiento alemán, al romanticismo primero y a sus continuadores después, hayan sido estos detractores o simplemente contaminados por su estela. Así, diversos referentes de las ideas se constituyeron en una suerte de reflejo de los intentos de una cultura obstinada en pensar lo común sin entender a lo común como lo universal, más bien haciendo de lo “común” algo solo pensable desde Alemania. Se ocuparon, más allá de sus ribetes, de imputar lo falso de un tipo de lazo hegemónico en Occidente, típicamente moderno y hasta “anglosajón”, como diría Oswald Spengler. El fundacional tratado de sociología Gemeinschaft und Gesellschaft – publicado por Ferdinand Tönnies en 1887 – fue crucial para ello; también las elaboraciones sobre el fondo mismo de la vida política – pienso, sobre todo, en los textos de Carl Schmitt (LALEFF ILIEFF, 2020) – del período de entreguerras. No es casual que este sentido de comunidad emergiera en una nación que tardó mucho en constituirse como Estado – Hegel ya lo había alertado en La constitución alemana – y que incluso cuando esto finalmente sucedió, siguió siendo un elemento evocado como sustancial, mucho más tras la caída del orden imperial y la centrífuga crisis weimariana. He aquí, pues, lo evidente: el esfuerzo categorial de la naciente sociología y las variaciones del pasado romántico se enquistaron en un marco epocal que, con toda su gravedad intrínseca, reflejaba oposiciones existenciales que insuflaban a la política. El fascismo en su versión nazi se presentó como epígono de una unión entre hombres y mujeres tan natural como deseable y verdadera, opuesta al perecedero mundo del discurso económico, en ruinas por los años 1930, basada en la sangre y el suelo. En este sentido, el concepto “comunidad” se convirtió en un verdadero “punto de ataque” – la expresión es de Max Weber – contra el liberalismo; significó, por ello mismo, una contestación a eso que la tradición hegemónica de la Modernidad parecía no poder garantizar con la irrupción de las masas y la crisis del capitalismo, a saber: la unidad política. Visto de este modo, la comunidad fue una respuesta contingente y radicalizada al problema siempre presente de la unidad política; una opción, para decirlo de otra manera, a la opción en decadencia que ofrecía el liberalismo.

Que el mundo haya sido siempre una pluralidad – de seres humanos, de individuos, de órdenes o de clases – se sabe desde los tiempos de Aristóteles. La constitución de algo que lidie con lo heterogéneo asumió asuntos conexos a lo largo del pensamiento occidental; recuérdese, por caso, el problema de la estabilidad del régimen que atormentó a antiguos y medievales y la seguridad del Estado, el reconocimiento de ciertos derechos y la necesidad de que no se supriman ni se avasallen las diferencias que marcó a modernos y contemporáneos. Se podría decir, entonces, que a pesar de los pruritos, a pesar de los márgenes de apertura, de homogeneización y de heterogeneización, el Uno sigue siendo el tópico crucial de la política. Es cierto que sus marcas se hacen sentir, incluso en las posibilidades del lenguaje, atravesado y constituido por equívocos, que hacen al mundo algo compartido y siempre en disputa. Pero esta permanencia del Uno en su más mínima y destacable expresión es lo que no puede ser naturalizado; no pudo el discurso sobre la pretendida naturalidad de la comunidad frente al artificio de la sociedad; tampoco la mera abstracción que evita las inclusiones y las exclusiones que suponen el lugar imposible de lo universal y que constituyen al campo por excelencia de la política y que afecta a toda buena teoría que se precia de su capacidad heurística.

 

Referencias

HEGEL, G. H. F. La constitución de Alemania. Madrid: Tecnos, 2010

LALEFF ILIEFF, Ricardo. Lo política y la derrota. Un contrapunto entre Antonio Gramsci y Carl Schmitt. Madrid: Guillermo Escolar, 2020.

RICCI Cernadas, Gonzalo. Georges Bataille: la pérdida, el fascismo y la propuesta comunitaria. Trans/Form/Ação: Revista de Filosofia da Unesp, v. 46, n. 2, p. 97 122, 2023.

 

Recebido: 11/01/2023

Aceito: 22/01/2023



[1] Universidad de Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Gino Germani, CONICET. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9058-6580. E-mail: ric.lal.ilie@gmail.com.