Comentario a “Georges Bataille: la pérdida, el fascismo y la propuesta comunitaria”: por una vida no fascista

 

Agustín Lucas Prestifilippo[1]

 

Referencia del artículo comentado: RICCI Cernadas, Gonzalo. Georges Bataille: la pérdida, el fascismo y la propuesta comunitaria. Trans/Form/Ação: Revista de Filosofia da Unesp, v. 46, n. 2, p. 97 - 122, 2023.

 

Al hacer añicos el Mito del individuo soberano, el derrumbe en el que se cifra nuestro presente ha inaugurado la oportunidad de una revisión crítica del heteróclito y potente legado de un pensamiento ético y político acerca de la vida en común. Allí donde la ficción moderna de un sujeto autosuficiente se ha vuelto reiteradamente desmentida por las flagrantes tendencias a la precarización de las condiciones de vida en la mayoría de los estratos sociales; ante la obscena limitación capitalista de todo y cualquier proyecto de una vida vivible en condiciones de dignidad, en ese abismo que cuartea la tersa superficie de la narrativa narcisista acerca de capacidad ilimitada del Yo para darse a sí mismo un mundo –siempre concebido como suyo, se abre la posibilidad de una pregunta radical por los fundamentos de las formas libres de vida, así como por la constitutiva necesidad recíproca de los individuos de infraestructuras de apoyo y de tramas solidarias de cuidado en el que puedan atenderse a las necesidades en las que se sostiene todo proceso reproductivo, tanto material como simbólico.

Quien pretenda responder hoy a la pregunta por el modo en el que se articula el “nosotros” en las sociedades capitalistas en crisis no puede desentenderse de la tarea de articular dos cuestiones: por un lado, las situaciones anómicas de desintegración, en la que asume el primer plano la lógica individualizadora de la ideología neoliberal (tanto a través de la cultura del consumismo como de la precarización de la sociedad salarial); por otro, la emergencia de nuevos fenómenos de autoritarismo social en distintos estratos en donde la dinámica psico-afectiva de las identificaciones comunitarias cobra especial relevancia.

Pues, ¿cómo concebir esas formas reactivas de violencia que emergen ante la invención política de existencias compartidas en las cuales los motivos emancipatorios de la discontinuidad, de la heterogeneidad, de la finitud y de la generosidad son asumidos como principios organizativos de luchas renovadas por la liberación? Las manifestaciones de crueldad contra las subversiones populares de la partición excluyente de lo sensible en las grandes urbes, el rechazo agresivo de las formas deseantes de vida en las que se forjan los múltiples colectivos feministas y LGBT, el desprecio intenso de los activismos juveniles por la protección del medioambiente y la regeneración de la vida de la naturaleza; en fin, las expresiones y acciones de odio hacia quienes no se subordinan a los mandatos de una valorización capitalista omnipresente, demuestran que el Fascismo no es el nombre de una experiencia histórica limitada, un tiempo fechable y localizable en un espacio pasados, sino el signo ominoso cuya referencia acecha al presente como latencia, maldición que acompaña toda forma de vida capitalista como su sombra.

Esta tentación fascista no solamente se expresa como rechazo y segregación de aquello que amenaza desde el interior, poniendo en riesgo la consistencia simbólica de un Yo siempre expuesto a la posibilidad de su ocaso, sino también como capacidad, poder, posibilidad de reintegración en un mecanismo que hace de los afectos sádicos de destrucción la base libidinal de un Nosotros cuya identificación depende del castigo y la búsqueda de recomposición de un orden imaginado como perdido. En este movimiento regresivo la teoría psicoanalítica de la identificación sigue resultando de extrema actualidad.

La reciente declinación punitivista del discurso capitalista facilita en sus desnudas expresiones de agresividad desatada una nueva versión de “des-sublimación represiva” en la que se resuelve el conflicto interno entre las instancias psíquicas del individuo a favor de una radicalización de su sujeción. En estas formas colectivas de exhibición de la pulsión de muerte, la sustancia vital libidinal es privada de su carácter inmediato y aparece completamente controlada por los mecanismos de dominación social. En los términos de la segunda tópica freudiana, en la “des-sublimación represiva” que configura el nuevo neoliberalismo, se socializa el inconsciente a través de una identificación entre el Ello y el Superyó a expensas de la instancia de la reflexión que representa el Yo. Los sujetos des-sublimados por el neoliberalismo son, como alguna vez escribió Adorno, “[…] rebeldes en cuyos puñetazos sobre la mesa resuena ya la adoración por los amos.” (ADORNO, 2017, § 123).

Las manifestaciones colectivas de júbilo contra las políticas de protección social de les más vulnerables o los gritos de las audiencias a favor de la muerte de les débiles descansan en la misma percepción: determinadas constricciones de la vida social no dejan expresar una verdad auténtica arbitrariamente contenida. El goce no sólo en la percepción del sufrimiento ajeno, sino en el ejercicio práctico de la violencia contra el otro, determina así la estructura libidinosa de la masa neoliberal.

Al respecto, resulta esclarecedor recordar la importancia del ideal de yo que Freud presentaba como condición para la satisfacción desviada de las pulsiones yoicas inhibidas en el proceso de socialización del individuo. De la formación de esta instancia en la vida anímica del sujeto dependía su capacidad para superar el narcisismo primario de la etapa temprana de su formación. En el ámbito de la masa, el ideal de yo es desplazado hacia el ideal colectivo, representando para los individuos que la integran la instancia de autoridad que prescribe los comportamientos, inhibiendo aquellas formas de conducta que se desvíen de sus mandatos. Al identificarse con la masa, “[…] el individuo resigna su ideal del yo y lo permuta por el ideal de la masa”. Sin embargo, esta resignación no necesariamente tiene que conducir al debilitamiento del yo, sino que, en ciertos casos, es posible que en la masa “el yo conserve su antigua vanidad narcisista.” (FREUD, 2014, 122).

En la identificación de masa que opera el neoliberalismo las renuncias del Yo a favor de las exigencias del ideal de la masa no excluye comportamientos desinhibidos y la satisfacción de pulsiones destructivas en las que el Yo puede volver a confirmarse a sí mismo en su narcisismo. A este paradójico movimiento de retorno del narcisismo del Yo mediante la puesta en suspenso del ideal de yo en la masa Freud lo denominó “un grado en el interior del Yo”.

A pesar de todas las renuncias y restricciones impuestas al yo, la regla es la infracción periódica de las prohibiciones. [...] Ahora bien, el ideal del yo abarca la suma de todas las restricciones que el yo debe obedecer, y por eso la suspensión del ideal no podría menos que ser una fiesta grandiosa para el yo, que así tendría permitido volver a contentarse consigo mismo. (FREUD, 2014, 124)

 

Por todo ello es que resultan de suma actualidad las diferenciaciones conceptuales entre una concepción restauradora y una dimensión revolucionaria de la comunidad, entre la proyección mítica de una vida comunitaria concebida como naturaleza, y el trazado de su realidad como tarea histórica, programa; en pocas palabras: futuro.

Sin embargo el retorno de las fuerzas reactivas de la destrucción no puede denegar los modos en los que aquellos conceptos cuya principal virtud sigue siendo la de haber formulado por primera vez los términos para pensar el Fascismo han quedado atados a determinadas formaciones históricas del Capital que, en parte, ya no son las nuestras. Nos encontramos por caso lejos de la época del industrialismo, de ese auge de la maquinaria capitalista que tantas figuraciones y conceptualizaciones potentes ha inspirado en la literatura y la filosofía de fines del siglo XIX y de la primera mitad del siguiente. Al ubicarnos pues alejados de una época que hizo de la orientación a la creación de valor el hito de la dominancia capitalista, lejos entonces del paradigma productivista de la economía de mercado, nos vemos obligados a pensar de un nuevo modo el modo en que hoy se conjugan las formas más inasibles de la financiarización económica, la profundización del endeudamiento, y la transnacionalización de los flujos de información y dinero, con las nuevas estrategias de reintegración punitivista que apelan a un “Nosotros del castigo”.

¿Cómo se ven afectados los motivos del sacrificio, el don, el derroche y el gasto improductivo en tiempos en los cuales la valorización capitalista se sostiene a base de extracción, despojo, expoliación y especulación inmaterial? Se trata de preguntas fundamentales que hacen a la tarea de reconstrucción de un repertorio textual al servicio de una forma no fascista de vida. Una forma que no puede pues concebirse sino como eminentemente anti-capitalista.

 

Referencias

Adorno, Theodor. Minima moralia. Madrid: Akal, 2017.

FREUD, Sigmund. Psicología de las masas y análisis del yo. Obras completas XVIII. Buenos Aires: Amorrortu ediciones, 2014.

RICCI Cernadas, Gonzalo. Georges Bataille: la pérdida, el fascismo y la propuesta comunitaria. Trans/Form/Ação: Revista de Filosofia da Unesp. v. 46, n. 2, p. 97 – 122, 2023.

Recebido: 16/12/2022

Aceito: 05/01/2023



[1] Profesor Regular Adjunto de Sociología en la Universidad Nacional de Luján (UNLu), Luján – Argentina. Docente de grado y postgrado en las Facultades de Ciencias Sociales y Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Buenos Aires – Argentina. Investigador del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4199-2478. E-mail: alprestifilippo@gmail.com.