La mímēsis poiética tiene como característica el imitar práxeis, es decir, acciones
humanas que implican la libertad de elegir en función de algo conocido. Aristóteles lo destaca
justamente al referir el origen de los distintos géneros poéticos:
La poesía se dividió según los caracteres particulares: en efecto, los más graves
imitaban las acciones (emímounto práxeis) nobles y las de los hombres de tal calidad,
y los más vulgares, las de los hombres inferiores. (Poét., 1974, 1448b 24).
Tragedia y comedia tienen en su origen una mímēsis de práxeis. En el mismo sentido,
el Estagirita definirá a la tragedia como “[…] imitación de una acción esforzada y completa
(mímēsis práxeos spoudaías kaí teleías).” (Poét., 1974, 1449b 24). La tragedia muestra un
esfuerzo práctico completo, en el que se aprecia, en una razonable extensión, los orígenes y
alcances de las práxeis realizadas.
Esta misma idea es extendida por Aristóteles a la música, y en parte a la pintura.
Respecto de la primera, advierte que por ser una mímēsis tiene la virtud de “[…] provocar
sentimientos afines en los oyentes, aún aparte de los ritmos y melodías.” (Pol., 1988, 1340ª 12-
13). Es decir que, aunque los ritmos y melodías ya son una imitación, la música se destaca por
su mímēsis de esos movimientos internos llamados práxeis.
[…] y es en los ritmos y melodías donde encontramos las imitaciones más perfectas
de la verdadera naturaleza de la vida y de la mansedumbre, de la fortaleza y de la
templanza, así como de sus contrarios y de todas las demás disposiciones morales.
(Pol., 1988, 1340a 19-21).
Toda actividad ética, toda práxis, es lo mimetizado en la música y, en un grado menor,
también en las artes visuales. En consecuencia, será más mimética aquella que mejor y más
directamente represente las práxeis. Por eso la música es un arte superior, pues “[…] en las
melodías mismas hay imitaciones de los estados morales” (Pol., 1988, 1340ª 38-39), mientras
que en aquellas artes que involucran a la vista “[…] las figuras y colores son más bien signos
de esos estados morales.” (Pol., 1988, 1340ª 33-34). Esto explica por qué la mímēsis trágica sea
el prototipo de toda mímēsis artística, al representar una práxis esforzada y completa (cf. Poét.,
1974, 1449b 24).
La mímēsis práxeos no persigue una consideración abstracta de tal o cual acción, sino
que “[…] la aflicción y el gozo que experimentamos mediante imitaciones están muy próximos
a la verdad de esos sentimientos.” (Pol., 1988, 1340ª 24-25). El que contempla se involucra, re-
viviendo aquella condición en que alguien, entre placeres y dolores, ha de decidir su obrar, y
cuyas emociones “[…] son en algún sentido reimplementadas por las cualidades de la obra de