G. CANGUILHEM LECTOR DE POLITZER: RESPECTO DEL PROBLEMA DE LA ACCIÓN, DE LA FILOSOFÍA PRÁCTICA Y DE LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA CONCRETA1
Alejandro Bilbao2
Daniel Jofré3
Resumen: El presente articulo analiza las repercusiones del pensamiento de G. Politzer en la filosofía de la vida elaborada por G. Canguilhem. Durante los primeros treinta años del siglo XX, los textos de Politzer brindan un material importante para la construcción de la filosofía que Canguilhem construye a propósito de la individualidad humana y su autonomía. La lectura de Politzer constituye para Canguilhem, un motivo de inspiración de sus propuestas axiológicas, morales y políticas. Asociando las ideas de la psicología concreta que encumbra la existencia del hombre-actor, Canguilhem concilia dos series de argumentos: a). la filosofía de la vida no puede prescindir de un planteamiento relativo a la acción humana; b). la presencia de la acción humana se torna indisociable de los supuestos que debaten su existencia entre la singularidad de sus producciones, y la aprehensión que de ella puede realizarse por medio de los universales que son propuestos por la ciencia.
Palabras claves: Psicología concreta. Espiritualismo Introspección. Filosofía critica. Filosofía de la acción.
Introducción
El 20 de abril de 1929, G. Canguilhem se refiere a las ideas de G. Politzer relativas a las posibilidades de fundamentación de la psicología como ciencia de lo concreto (2011, p. 221-228). Tipo de psicología que considera las condiciones de existencia del hombre real y contingente. Firmado bajo el seudónimo de François Arouet, el panfleto de Politzer, titulado La fin d’une parade philosophique: le bergsonisme (2013), constituye la crítica abierta de los postulados de Bergson, en el modo “espiritualista” que su filosofía posee para comprender el lugar de la individualidad. La atención que Canguilhem presta a la filosofía de Politzer, se concentra en el análisis de los enunciados relativos a las posibilidades de liberación del individuo. La expresión “liberación” conduce una crítica epistemológica de proporciones, en ella se agrupan las antítesis filosóficas que debe ser consideradas ante el espiritualismo de Bergson. El resultado de esta crítica, es la defensa de un materialismo de lo concreto, piedra angular de las condiciones de análisis del sujeto de la psicología. Para Politzer, el criticismo kantiano constituye uno de los fundamentos de este nuevo orden psicológico, inclinado al análisis del individuo singular, situado in concreto. El establecimiento de este examen crítico y filosófico admite para Politzer, una evaluación completa del lugar ético y epistemológico de la psicología.
La lectura que Canguilhem elabora de los análisis de Politzer abarca la Crítica de los fundamentos de la psicología (1968), texto que concentra los principales argumentos epistemológicos que conciernen al establecimiento de la psicología concreta. Politzer reacciona ante los argumentos de la psicología comportamental, al pretender comprender los fenómenos psíquicos como cosas. Conducir los hechos mentales a la expresión reificada de sus dinamismos, equivale para Politzer, a admitir la cosificación de la estructura del pensamiento, función que es expresión de la unidad activa del yo. Lo que caracteriza al pensamiento señala Canguilhem (2011, p. 223): “[…] es lo que este posee de especifico y único.” Dicha especificidad se expresa en el trabajo reflexivo que aporta el pensamiento cuando es considerado en primera persona, punto de entrecruzamiento entre la subjetividad reflexiva y el accionar del entendimiento en su conocimiento de los objetos. Politzer piensa en la unidad del yo-pienso desde las distintas elaboraciones del criticismo kantiano, Canguilhem lo hace sin dejar a un lado la herencia intelectual recibida de Lagneau y Alain (ROTH, 2013, p. 57-75). Ambos autores brindan a Canguilhem el tono y el carácter de las primeras ideas necesarias para pensar el individuo como una totalidad, situación contraria a los postulados de la psicología de inspiración espiritualista o comportamentalista, fuertemente criticada por Politzer. Inspirado en los textos de Alain, Mars ou la guerre jugée (1995), Les passions et la sagesse (1960), Canguilhem concibe un pensamiento que desde temprana data concede un papel relevante a los problemas éticos y ontológicos relativos a la subjetividad humana. El debate con la psicología se constituye a propósito de la faceta ética ausente en esta disciplina, que Canguilhem encuentra en aquellas psicologías que hacen del yo un instrumento de evaluación y medición. Tempranamente para Canguilhem, la acción del conocimiento se ve asociada a recursos de valoración que establece el sujeto en su tarea cognoscitiva ante los objetos. La atención crítica que es brindada en términos epistemológicos al espiritualismo y el comportamentalismo, constituye el rechazo de las distinciones psicofísicas dominantes en el ámbito psicológico de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. En 1929, la posibilidad que la psicología posee para reíficar el lugar del espíritu es claramente observado por Canguilhem (2011, p. 224): “Al hacer del espíritu un pequeño universo aparte, separable y observable como un aparato, hacemos del espíritu una cosa, es decir, se lo entierra como espíritu.”
Canguilhem lee en las consignas de Politzer, los enunciados necesarios para pensar las condiciones de la autonomía humana, localizables igualmente en el pensamiento de Freud, y en las puntualizaciones kantianas relativas al lugar que debe ser asignado al yo en el conocimiento. El hombre nunca es un medio ante cualquier forma de conocimiento, es fin. La crítica a la psicología es en un primer tiempo epistemológica, pero dirigida desde la observación que brinda el sustrato axiológico. En continuidad con esta línea de reflexión, otra veta de la crítica se sostiene de los análisis de Charles Renouvier, quien en su Manual republicano del hombre y del ciudadano (2013), opone la ley moral kantiana al determinismo científico. La estrategia para conducir la crítica de la psicología por parte de Canguilhem, se sostiene en consecuencia de la unión de argumentos epistemológicos y axiológicos, bajo la aspiración de conformar una filosofía práctica que defina las acciones que son conducidas por los hombres. El interés por esta crítica no es un fragmento aislado de las preocupaciones filosóficas de Canguilhem, la dimensión ética y epistemológica de la psicología constituye uno de los puntos esenciales de su teoría de la acción, construida muy cercanamente de los argumentos pragmáticos entrevistos por Politzer. Para observar la genealogía de este pensamiento relativo a la acción, es necesario en consecuencia comprender la idea que Politzer se forja de la psicología in concreto, y observar el alcance de estas tesis sobre la elaboración de Canguilhem.
1 G. Politzer: la antropología pragmática y el problema de la psicología concreta
En 1929, Politzer publica el artículo titulado: “Où va la psychologie concrète?” (1969b), texto que ilustra la crisis que atraviesa su pensamiento para delimitar los enunciados necesarios para conformar una ciencia de lo concreto. En lo relativo a este tipo de ciencia, los enunciados de Politzer anteceden las discusiones filosóficas de la década siguiente, todas ellas observables en el texto compilatorio coordinado por Jean Wahl (Vers le concret). El texto de 1929, resuelve el tránsito de Politzer desde la psicología concreta al materialismo histórico, situación observable un año antes, en 1928, en el panfleto redactado como reacción a la atribución del nobel concedido a Bergson. La deriva hacia el materialismo histórico ordena en estos años la visión crítica del concepto de “vida interior”, y de nociones tales como “proceso mental”, “hechos espirituales” y “fenómenos de conciencia”. Todos ellos ligados según Politzer, a la tradición animista. En un breve periodo de tiempo, el psicoanálisis freudiano es presentado como uno de los baluartes epistemológicos de la psicología concreta. Por medio de la locución de “concreto”, Politzer intenta brindar a la psicología un estatuto científico, que al interior de los enunciados que son esbozados durante estos años, equivale a considerar a la psicología como una ciencia materialista. Esta concepción, supone una lectura respecto del sujeto que es objeto de este tipo de indagaciones, el cual debe ser considerado de un modo concreto al interior de los dinamismos del movimiento materialista. El giro materialista posee el propósito de generar una nueva revolución copernicana al interior de la disciplina psicológica, opuesta a toda forma de idealismo, sustituyendo la oposición kantiana entre criticismo e idealismo y el hegeliano entre lo concreto y lo abstracto. La oposición propuesta por Politzer, es aquella que corresponde al dominio de los estudios del materialismo histórico; se debe oponer el materialismo al idealismo. Estas querellas y oposiciones trazan la síntesis fundamental de las tensiones filosóficas de comienzos del siglo XX, entre intelecto e intuición, entre neokantismo y bergsonismo.
En continuidad con los análisis de Sartre y Merleau-Ponty, orientados a establecer ciertos marcos de delimitación para pensar los vínculos entre la preocupación filosófica y la psicología, Politzer desarrolla un interés crítico por los procedimientos epistemológicos de esta última disciplina. Su metodología de examen continua con el análisis histórico y reflexivo de León Brunschvicg, utilizado en el estudio de las matemáticas y las ciencias exactas (1993). Para Brunschvicg, el análisis reflexivo debe considerar a la ciencia como un “hecho”, un acontecimiento real en el cual es factible instituir formas a priori de la intuición y de los conceptos puros del entendimiento. Tal y como Brunschvicg entiende el trabajo epistemológico que debe obrar en las ciencias exactas, Politzer parte de los hechos establecidos por la psicología experimental para observar posteriormente las condiciones de su posibilidad. El análisis epistemológico considerado para fundar este tipo de psicología concreta no es establecido a partir de los postulados de la psicología científica de los últimos años del siglo XIX. El acto de fundación de esta psicología no es para Politzer asociable a las elaboraciones de Ribot, a los estudios de Fechner, de Wundt, a la psicología de Bergson, a las teorías de Freud, de Watson o de Spranger. Las bases conceptuales de este tipo de psicología deben someterse al escrutinio de la reflexión filosófica, cuyos principales enunciados críticos corresponden a la filosofía kantiana. Por ello, las referencias de esta fundación conducen de un modo constante a los estudios de Kant, tópicos centrales para los enunciados que considera la Crítica de los fundamentos de la psicología. Es significativo observar en este sentido, cómo Politzer compara el momento psicológico de 1920 con el contexto filosófico existente en el momento en que la Crítica de la razón pura es publicada. Pocos años antes de la composición de estas querellas epistemológicas (1924), Politzer redacta una memoria sobre Kant, que versa sobre el rol de la imaginación en el esquematismo transcendental, memoria que es dirigida por León Brunschvicg (2013, p. 161).
La inspiración teórica pero también práctica que es brindada por el “criticismo” kantiano, otorga a la filosofía de Politzer, el ímpetu necesario para observar el poder instituyente que cumple el sujeto en las acciones de conocimiento, y la asociación que estas acciones mantienen con la dimensión de la autonomía humana. Es en este último punto que Canguilhem concentra una atención singular por el trabajo de Politzer, pues estos argumentos aglutinan aspectos esenciales de la reflexión que debe sostenerse sobre la conciencia y sus procedimientos. Bajo esta óptica de examen, Politzer lee y analiza el corpus de los desarrollos freudianos, tratando de acercar los postulados de la vida psíquica inconsciente al corpus de la nueva ciencia en gestación. En 1924, dos artículos son consagrados a comentar algunos aspectos de la teoría psicoanalítica, siendo esta última entendida como una “critica de la razón impura”. Los desarrollos del psicoanálisis freudiano no son aceptados en su totalidad por parte de Politzer, la joven ciencia inaugurada por Freud es considerada heredera de las ciencias de la naturaleza del renacimiento, esperando su verdadera fundación conceptual. Empero, el psicoanálisis se encuentra en las antípodas de la psicología positivista y de la psicología de Bergson, siendo este aspecto uno de los puntos fundamentales para considerarlo un bastión central de la organización epistemológica de la psicología concreta. Sin embargo, el psicoanálisis debería ser liberado de los aspectos que en su doctrina se mantienen aun supeditados a elementos de naturaleza biológica y asociacionista. Por ello, para Politzer, los postulados freudianos deben abandonar ciertos elementos metafísicos que son resultado de la adherencia de Freud a antiguos sistemas de representación de los fenómenos mentales (1969a).
La crítica que Politzer dirige a los postulados de Freud posee un carácter epistemológico, esta apunta a destacar el estado de retraso que los principios doctrinales del psicoanálisis mantienen con los hallazgos empíricos que son producto de su práctica. En esta dimensión práctica es que el psicoanálisis encuentra al “hombre concreto”, punto cardinal de la psicología concebida por Politzer. La impronta freudiana sella un antes y un después en el desarrollo de la disciplina psicológica, sus proposiciones técnicas y prácticas desbordan el contexto pre-científico de la psicología, distante de las condiciones de existencia del “hombre concreto.” Lo que el psicoanálisis posee de fructífero ante el esfuerzo positivista y espiritualista, es que toma en consideración la conciencia cotidiana, la pequeña conciencia, sin elaborar enunciados relativos al “hombre material” (ciencias de la naturaleza) o al “hombre espíritu” (psicologismo). Desde sus hallazgos prácticos, no localizables en ninguno de estos dos dominios, los principios freudianos conciben un inconsciente que es traducción del hombre actor. Como lo señala Bianco (2016), la pequeña conciencia y el hombre actor delimitan lo esencial en el estudio de la psicología concreta. Esta psicología descarta al hombre material considerado como un ser vivo, objeto de estudio de la fisiología y de la biología. Sus preceptos metodológicos tampoco admiten una orientación de análisis centrada en el hombre espiritual, sinónimo del poder instituyente de la conciencia, objeto de exploración de la teoría del conocimiento. Son las clausulas kantianas elaboradas en la Antropología desde un punto de vista pragmático, las que revierten interés para Politzer, en ellas se traza la filosofía que debe acompañar la constitución de la psicología concreta. En el prefacio de la antropología Kant (1979, p. 11) destaca:
Una doctrina del conocimiento del hombre sistemáticamente tratada (antropología), puede serlo del punto de vista fisiológico o del punto de vista pragmático. El conocimiento fisiológico del hombre tiende a la exploración de lo que la naturaleza hace con el hombre; el conocimiento pragmático de lo que el hombre en tanto que ser de libre actividad, puede y debe hacer de sí mismo.
La psicología de lo concreto recibe sus bases epistemológicas de una antropología que no considera al hombre como simple espectador, sino como un actor. Junto al individuo-actor, lo nodular de esta antropología es que ella debe comportar un saber referido al ser humano como un “ciudadano del mundo” (KANT, p. 11). Este saber opone al “conocimiento del mundo,” las acciones reales que los individuos dirigen y que permiten “poseer ese mismo mundo”. El posesivo de la expresión delimita acciones concretas, prácticas, que transmiten significaciones para las relaciones que el hombre entabla con sus objetos de conocimiento. En el primer caso, el mundo se comprende desde una posición de espectador, mientras que en el segundo caso, al tratarse de un conocimiento general y no particular, el mundo puede ser aprehendido en el juego de sus manifestaciones, en lo que este posee de vivido y concreto, de histórico y empírico.
Como concepto de la psicología científica, “in concreto” corresponde a uno de los elementos que Kant toma en cuenta para establecer la psicología denominada concreta. Politzer asocia la idea de hombre concreto con la universalidad de lo concreto. Lo universal puede ser considerado concreto porque es la unidad que resulta de los elementos de los cuales el concepto es la síntesis. Esta síntesis puede ser considerada universal, porque ella es susceptible de generar un numero indefinido de aplicaciones, pero es también concreta en tanto ella es una totalidad única e indivisible. Considerando este punto de análisis, la psicología científica se asocia a un tipo de antropología de vocación pragmática. Si la filosofía que se construye en la obra de Kant conduce el análisis epistemológico de la “psicología empírica”, es necesario comprender que esa acción equipara psicología a antropología, y empírico a pragmático. Por ello su objeto de estudio es el hombre concreto, no el hombre-espíritu de la teoría del conocimiento o el hombre-materia objeto de estudio de las ciencias de la vida.
Por medio del análisis de la filosofía de Kant, el hombre concreto de Politzer resalta la reflexión sobre la conciencia y el yo del cogito. En la Crítica de la razón pura, Kant señala que el yo-pienso es la condición formal de la síntesis categorial, condición de determinación de todo objeto de la representación. Es esta condición formal la que impide que el yo pueda ser tratado según Kant como un objeto, lo cual supondría someterlo a la categoría de substancia. Concebir el yo como substancia, es equivalente a lo que Kant denomina hipostasis o transformación de los pensamientos en cosas (1987, p. 668). Diversos pasajes de la Crítica de los fundamentos de la psicología se construyen como una forma de actualización de los postulados kantianos referidos al sujeto trascendental. El lenguaje kantiano de la hipostasis, de la transformación en cosa, y en substancia, se convierte en el léxico del material filosófico de la nueva crítica. En la redacción de la Crítica de los fundamentos de la psicología, la herencia de este léxico se aprecia en dos ámbitos: en primer lugar, en la construcción de una limitación epistemológica, que ubica en un contexto histórico, pero también ético, los enunciados relativos al sujeto del cogito en la tradición filosófica que va de Descartes a Kant; en segundo lugar, en el alcance que esta limitación posee para una concepción relativa a la libertad y la autonomía. Este segundo aspecto, pone el acento en una filosofía de tipo práctico, que indica la imposibilidad de reducir el ser humano al sujeto impersonal de la ciencia. Una filosofía práctica de la acción y la autonomía humana no puede nombrar al individuo en tercera persona, lo hace considerando al yo del pensamiento en primera persona. Respecto de la relevancia de un yo que se piensa a si mismo (primera persona), se encuentra el poder que permite al hombre elevarse por encima de todo otro ser vivo. En el libro I, “De la facultad de juzgar,” Kant se refiere a los alcances del yo pienso, a su incidencia determinante en la conformación de la persona. Poseer el yo en su representación
[…] eleva al hombre infinitivamente por encima de todos los otros seres vivos de la tierra. Por este medio se convierte en persona, y gracias a la unidad de la conciencia en todos los cambios que pueden sobrevenirle, el es una sola y misma persona, es decir un ser completamente diferente. (KANT, 1979, p. 17).
El tratamiento “idealista” concedido por Kant al yo que obra en las acciones de conocimiento, revela que el accionar reflexivo es una expresión de los actos de este mismo yo. La importancia de los enunciados kantianos para la constitución de una psicología científica, materialista e in concreto, radica en la teoría de la síntesis que estos enunciados suponen. Estos expresan el ejercicio reflexivo y de conocimiento del yo como un acto en primera persona, “[…] ya que las categorías no son en último análisis más que las especificaciones de la apercepción transcendental que es la forma pura del acto del yo.” (1968, p. 50). El ejercicio idealista del descubrimiento del yo, es para Politzer, un procedimiento que se expresa en primera persona, alterando la noción del “genero hombre”. El hombre-actor conduce sus acciones en primera persona.
Los grandes problemas que deben ser resueltos en la constitución de esta psicología científica, son los asuntos de naturaleza axiológica existentes en la adquisición del conocimiento. La psicología del hombre actor concierne estos aspectos, vinculando el trabajo del sujeto puro del entendimiento a las problemáticas que su existencia subjetiva y reflexiva suponen. El yo del pensamiento no puede ser considerado simplemente como la expresión de una unidad singular, forma pura de la apercepción, el yo debe ser considerado como un todo, forma de expresión de la singularidad que es al mismo tiempo expresión de la racionalidad universal. Un yo “en dos partes”, expresión de un idealismo teórico, sinónimo del yo trascendental del sujeto del conocimiento. Este yo no constituye de modo alguno un objeto de indagación o examen, esta última posibilidad, conduciría a su reificación, a su observación como objeto. Por lo dicho, la reacción crítica de Politzer a los enunciados de la psicología espiritualista (Bergson) y asociacionista (de tipo empirista), se asienta en la lectura de las obras de Kant, donde los elementos de naturaleza antropológica se revelan centrales. El progreso de la metafísica en Alemania desde el tiempo de Leibniz y de Wolff (2013), La metafísica de las costumbres (1993) y la Antropología desde un punto de vista pragmático (2019) son fuentes de inspiración de la psicología que Politzer considera debe estar orientada al estudio de la acción concreta de los individuos.
El caso de la filosofía de Bergson ocupa un lugar aparte en las reflexiones críticas de Politzer, convirtiéndose en uno de los principales focos de divergencia de los procedimientos epistemológicos que deben admitirse para la constitución de un nuevo tipo de psicología. Es el caso del rechazo que sufre la noción de vida interior, y de “durée”, que apuntan en el concierto de la filosofía de Bergson, a delimitar objetos de análisis propios de la psicología. El panfleto La fin d’une parade philosophique: le bergsonisme, comentado por Canguilhem en el periodo de constitución de su filosofía -orientada desde un primer tiempo al análisis de los valores adscritos a una teoría de la autonomía y la libertad humana-, encuentra a Bergson en las mismas condiciones críticas que la psicología científica (Behaviorismo). Ambas perspectivas suponen operaciones de hipostasis que recaen sobre la doble organización del sujeto del pensamiento, en tanto agente de reflexividad y actor de las labores aperceptivas del conocimiento. Parte de las criticas a las hipostasis “psicológicas” generadas por el Bergsonismo, Politzer las delinea considerando el estudio de Jean Nabert (1924, p. 205-268) sobre la experiencia interna en Kant. En este estudio publicado inicialmente en la Revista de Metafísica y Moral, Nabert analiza detenidamente la noción de “sentido interno” o “sentido intimo”, el cual expresa la capacidad que poseería el yo trascendental para volver sobre sus propias representaciones y convertirlas en objeto de sus pensamientos. Nabert muestra las inconsistencias de tal pretensión, pues no es factible acceder al yo fenomenal, toda intuición moviliza al mismo tiempo la intuición a priori del tiempo y la intuición a priori del espacio. En lo relativo a estos aspectos, se puede concluir que cada vez que Politzer considera enunciados críticos relativos al nivel de abstracción de la psicología, se refiere a la evitación generada por esta disciplina para soslayar la discusión epistemológica y ética subyacente a un tipo de psicología, que es heredera de los postulados psico-físicos del siglo XIX (aspecto crucial de la crítica al psicoanálisis, al mantenerse apegado a la psicología de la Vorstellung). Esta “psicología científica” de Ribot y otros, sería la responsable de separar al sujeto de sus acciones, suponiéndolo sometido a la producción de causas impersonales. Por otra parte, la critica también se dirige a la cosificación generada por las separaciones que supone la dimensión empírica del yo trascendental, presentes en los análisis de la psicología introspectiva, que hace del yo un mundo especial, objeto de una percepción, de una ciencia sui generis. Politzer se esfuerza en mostrar el modo en que el establecimiento de la psicología concreta poseería para organizar una pauta de análisis contraria a las creencias en la naturaleza doble del ser humano. Naturaleza que oscila entre los postulados del objetivismo y del subjetivismo en psicología.
Con razón hemos afirmado que la psicología concreta representa la verdadera síntesis entre la psicología objetiva y la psicología subjetiva. Ella concede razón a la primera por no desear una psicología que no fuese objetiva, y a la otra, por haber conservado el carácter propio de la psicología. Sin embargo, ella condena a la dos por haber sacrificado lo que representa una de las condiciones de existencia de la psicología positiva. La psicología concreta realiza lo que ninguna de ellas pudo hacer; una psicología objetiva, al mismo tiempo que propiamente psicológica. (POLITZER, 1968, p. 252).
De este modo la psicología concreta se distancia de cualquier halo metafísico, no define la existencia de un grupo nuevo de hechos, los conduce simplemente a una apreciación que rechaza la antítesis clásica entre espíritu y materia. La psicología concreta es la exploración del hombre y sus “dramas”. Politzer repara en esta última expresión para diferenciar su carácter de realidad, de hecho factual, sin equiparación con significaciones de resonancias románticas (1968, p. 11). Hablar de vida dramática es hablar de la vida humana, no de la vida que es estudiada por la ciencia. El alcance de esta visión se traduce en seis principios asociados a la psicología que toma como objeto de estudio la “vida dramática” de los hombres: a). Los hechos psicológicos deben ser considerados como los diferentes aspectos que constituyen el acto del yo; b). Deben ser homogéneos al yo, son la encarnación de su forma; c). Los eventos que la psicología concreta toma en consideración, son la serie de “actos” que se ligan a una intención; d). Los actos psicológicos tienen una forma intencional; e). La noción fundamental de esta psicología es en consecuencia, la de acto; f). En la totalidad del comportamiento del sujeto – el drama de la vida humana- la psicología debe abocarse al estudio de los segmentos del drama, de las unidades significativas que reenvían permanentemente al actor o agente de esta vida dramática.
2 La encarnación psicoanalítica de la vida dramática
El psicoanálisis freudiano constituye para Politzer, una de las piezas esenciales del funcionamiento de la psicología concreta. En la Critica a los fundamentos de la psicología, examina su originalidad, tomando en cuenta dos aspectos de la teoría de Freud; a). La dimensión onírica y del deseo descrita en La interpretación de los sueños; b). la técnica del relato referida a la vida anímica inconsciente. Ambas dimensiones, ilustran propiedades epistemológicas y metodológicas útiles para la vida in concreto del hombre cotidiano. El psicoanálisis podría permitir abandonar las explicaciones sustancialistas, tendientes a tomar como principios de la acción, a causas fisiológicas o internas por medio de la introspección y la intuición. El método de hallazgo de los fenómenos psíquicos descubierto por Freud ubica en un lugar destacado la noción de relato, de intencionalidad, de significaciones que se asocian a actos humanos. Si los comportamientos en apariencia incomprensibles pueden ser ordenados en un relato que les otorga intencionalidad y sentido, la idea de actos intencionales sustituye la intuición. Politzer cree en consecuencia hallar en la escena que se construye entre relato y comportamiento, la posibilidad de instituir una psicología sin “vida interior”.
Existen dos maneras de utilizar el relato del sujeto. Se lo puede desarticular por la abstracción y el formalismo, para proyectarlo de alguna manera en la vida interior. Es la actitud de la psicología clásica. O bien, se pueden utilizar los datos psicológicos simplemente como el contexto de un sentido que buscamos; en este punto reconocemos la actitud del psicoanálisis. De lo anterior se desprende una consecuencia relevante para la actitud del psicoanalista; las hipótesis de estructura le son prohibidas. Dada su actitud, no posee el derecho de buscar mecanismos, pues cualquiera sea la paradoja de esta afirmación, es hacia una psicología sin vida interior que el psicoanálisis nos orienta. (POLITZER, 1968, p. 109).
En cuanto técnica, el psicoanálisis permite a la psicología concreta profundizar en la indagación de las significaciones asociadas a las acciones humanas. Los alcances del fenómeno de la identificación y del complejo de Edipo son analizados al modo de nociones centrales de la psicología del hombre ordinario, estas envuelven acciones o segmentos de la vida humana en su faz dramática. Como “escenas” del comportamiento humano, las figuras freudianas del complejo de Edipo y la identificación, reenvían a las intenciones del sujeto, permaneciendo asociadas al yo, a la medida de los dramas humanos (FREUD,1986, p. 99-105). De tal modo que la escena psíquica que describe la psicología concreta se ordena conforme a intenciones y sentidos (en este caso, conforme a sentidos edípicos e identificatorios). En lo referido a la teoría de la acción que la psicología de Politzer considera, la identificación freudiana puede entenderse como un fenómeno psíquico degradado de las relaciones concretas establecidas entre los individuos, denotando en el ámbito de las acciones humanas, la relevancia de la incorporación psíquica del semejante. Se trata de uno de los segmentos de la vida del individuo singular. El complejo de Edipo es examinado en un contexto similar, este no es aparejado al funcionamiento de procesos psíquicos, es el resultado de un esquema dramático del comportamiento humano. Por otra parte, los sueños son totalidades que contienen sentidos, unidos de forma indisoluble al deseo del soñante, a sus intenciones (el sueño es inseparable del yo). Íntimamente ligado a la organización del sujeto (yo-pienso), el sentido que el sueño porta no es sinónimo de desorden, de automatismo, se trata de un cuerpo de significaciones que se encuentran a la búsqueda de la dialéctica secreta que los sostiene y organiza. En lo relativo al sueño, el funcionamiento técnico de la teoría freudiana es útil para pensar al yo por fuera del marco de las intuiciones brindadas por la psicología de la introspección, que tienden a cosificar el rol activo que el yo ejerce en todo acto psíquico. Sin reificar al yo, el psicoanálisis permite pensar otra forma de acción cogitativa, donde es asunto pensar las significaciones que traen al yo otros sentidos, otras intenciones (ça pense; Eso piensa, ça pense en moi; eso piensa en mi). Aun si estos sentidos pueden ser desconocidos para el yo, lo convocan en el modo que poseen para indicarle que en estas acciones -mediadas por la ignorancia y el desconocimiento-, se encuentra embrollado. Bajo otro ángulo de trabajo, los enunciados de la teoría freudiana pueden reorientar las incompatibilidades del análisis de “la vida interior,” sin por ello tomar al yo como objeto de examen de sus propias representaciones, evitando los problemas asociados a la psicología clásica y sus abstracciones. En las relaciones que se organizan en la teoría del sueño entre contenido manifiesto y contenido latente, Politzer ubica las mayores reservas ante los enunciados freudianos. Los errores capitales conciernen a la creencia en la existencia de pensamientos que pre-existen al relato del sueño. Si hay pensamientos que son anteriores al relato del sueño, a lo que el analista percibe, esto equivale a admitir la existencia de un reservorio hipostasiado, de un lugar donde estos pensamientos permanecen ocultos. De este modo, Freud pone entre-paréntesis ciertos principios de la psicología clásica, pero no sus fundamentos. Los descubrimientos de Freud no acercan la producción onírica a la estructura intencional del yo, conciben estos fenómenos en una red de enunciados que desestiman al yo como el lugar psíquico de origen (1991a, p. 485-504). Los agentes asociados a la generación del sueño son invocados por medio de causas externas al yo. La psicología freudiana debe por ello construir un tipo de lenguaje psicológico que sea explicativo de los hallazgos de su método, lo que Freud signa bajo el nombre de metapsicología (1991b, p. 113-114). Es esta psicología de los procesos inconscientes la que debe ser reformulada, esta fagocita la vía que torna factibles nociones como; proceso psíquico, energía libidinal, montos afectivos y aparato psíquico. Para Politzer, este es el punto en que los postulados metapsicológicos esgrimen enunciados de carácter impersonal -en tercera persona-, abandonando el proyecto de pensar en términos del sentido, de la intención y la acción concreta. Freud brinda de este modo al psicoanálisis una orientación fisicalista, monista en términos epistemológicos y metodológicos, conjuntamente con un biologicismo (POLITZER, 1968, p. 141) heredero de la tradición psicofísica alemana del siglo XIX. Esta última situación, zanja un abismo epistemológico entre la actitud práctica que el psicoanalista adopta ante los hallazgos, y la postura teórica que expresa para conceptualizarlos (POLITZER, 1968, p. 145).
La reorganización teórica y doctrinal que Politzer espera del psicoanálisis, se extiende a la disposición que estima conformar para los métodos de su propia psicología. El movimiento de vigilancia epistemológica que se espera para el psicoanálisis es empero paradojal al interior de una filosofía de lo concreto que intenta encontrar un método psicológico alternativo a la introspección. Realidad tanto más paradojal considerando los esfuerzos de Politzer por desarrollar una psicología fundada en la observación exterior del comportamiento, asentada en el rechazo de la interioridad. Politzer no explica en su concepción de qué modo podría el psicoanálisis unirse a una propuesta teórica que no descarta el behaviorismo. A inicios de los años treinta, J. Wahl vuelve sobre estas interrogaciones, destacando el lugar epistemológicamente factible de la noción de concreto cuando un gran número de cláusulas psicoanalíticas son consideradas en su definición. Para Wahl, Politzer no puede permanecer extremadamente concreto al tomar conceptos como el complejo de Edipo, ya que este no posee nada de “concreto” al ser el producto de una reflexión generalizadora (WAHL,1929, p. 744).
En continuidad con las reservas de Wahl, más tardíamente, Louis Althusser observa en los planteamientos de Politzer, una concepción del conocimiento cercana a Bergson. Sus observaciones destacan que ninguna ciencia puede fundarse en la ausencia de abstracciones que obran en el plano teórico como práctico. Para Althusser, Politzer converge hacia la clásica antinomia idealista, aquella que pretende oponer el ámbito de lo abstracto y conceptual de los datos empíricos considerados como concretos (1997, p. 44). Lo concreto como noción central de la fundamentación de un tipo de psicología, solo tiene para Althusser, un uso crítico. Esta noción no podría constituir una forma de conocimiento, pues esta se basa precisamente en la abstracción de conceptos. Es el concepto de “concreto” el que precisamente se encuentra en el centro de las inconsistencias del proyecto de Politzer para fundar verdaderamente una psicología concreta.
3 Georges Canguilhem y la lectura de Politzer: la crítica de la psicología y la teoría de la acción como punto de encuentro
El interés de Canguilhem por la psicología es temprano en sus estudios. Este se encuentra vinculado a la crítica que Politzer conduce a propósito de los métodos y teorías de las corrientes psicológicas inspiradas en el racionalismo abstracto de Descartes, o en los procedimientos de la psicología asociacionista, heredera de la filosofía empirista inglesa del siglo XVII. En el periodo en que Canguilhem se encuentra vinculado a las revistas que son dirigidas por Emile Chartier, es factible visualizar el tenor y la extensión de los exámenes que dirige a las ciencias que considera serviles por su adherencia a la lógica de los hechos. Esta consideración no puede ser distanciada de la preocupación que Canguilhem desarrolla a propósito de una teoría del valor y de la autonomía humana, traducción del momento más claramente político de sus estudios. En el periodo de sus primeros textos filosóficos (1927-1939), Canguilhem conduce un análisis de la psicología que recoge una interrogación ubicada en dos ámbitos. En primer lugar, el examen de los criterios epistemológicos que definen el accionar de la psicología, los cuales, considera inconsistentes por su apartamiento de los imperativos de valor que deben conducir a la ciencia. Los primeros análisis de Canguilhem sobre la psicología, ubicados en el periodo de entre guerras, recubren una orientación claramente epistemológica, aun si son orientados por una preocupación ética de relevancia. Estas inquietudes expresan una teoría del valor en ciernes.
Yo estimo de no filosófica una construcción que sistemáticamente termina por ofrecer una forma cualquiera de segregación humana. Me excuso de no haber acentuado más explícitamente en la conferencia mi rechazo con razón o sin ella, de dar el nombre de filosófica a una construcción cuyo fin no sería la indagación de una forma de plenitud de la conciencia, exclusiva de toda división en la especie humana. (1994, p. 31).
En segundo lugar, la atención tempranamente concedida a la articulación entre elementos epistemológicos y axiológicos, definen un segundo tiempo del análisis, la dimensión política, ubicada como el colofón de las posibilidades de fundamentación de una filosofía práctica de la vida. La vertiente política dirige el conocimiento del ser humano en acción, agente de un pensar insumiso a toda forma de imposición de los hechos, a la servidumbre del entendimiento ante la mecanización de los actos. En un primer tiempo, estos aspectos delinean una reflexión filosófica extremadamente marcada por la preocupación antimilitarista y pacifista que une a Canguilhem con Émile Chartier.
De tal modo que el texto de 1958, “¿Que es la psicología?,” no es un antecedente aislado en los estudios de Canguilhem, carente de una ubicación precisa en la indagación de los problemas epistemológicos de las ciencias de la vida. Muy por el contrario, el texto se adentra en una discusión que posee antecedentes bien establecidos en la reflexión del autor. La crítica epistemológica no puede desvincularse de los problemas axiológicos que recaen sobre muchas disciplinas, afianzando una reflexión filosófica reaccionaria ante “La triple alianza de las ciencias del espíritu, de la tecnología y del organicismo biológico y genético que triunfa en todos los dominios del saber” (CANGUILHEM,1993, p. 144).
El texto de 1958, porta en sus ángulos de análisis -bien documentados e informados-, el trazo de las preocupaciones filosóficas del periodo de entre guerras, donde el pacifismo y el antimilitarismo, ceden paso a la maduración de una filosofía comprometida. La insurgencia es también el modo práctico de conducirse ante la fatalidad de los hechos aportados por la guerra, y una manera de plasmar los juicios de valor asociados a las acciones propiciadas por un medio inhóspito. Es así como el artículo de 1958 debuta señalando que el estatus de la psicología es poco claro, “[…] fusionando una filosofía sin rigor, una ética sin exigencia y una medicina sin control.” (CANGUILHEM, 1994, p. 453). Este articulo sostiene en gran parte un dialogo con D. Lagache, con las ideas que este último visualiza para consagrar un proyecto de unificación de la psicología. Canguilhem observa la incompatibilidad histórica y conceptual de tal proyecto, sometiéndolo a una detallada crítica que muestra la ausencia de su unidad. La actitud crítica ante el proyecto de Lagache, se encuentra sostenido de comienzo a fin por una indagación histórica orientada a develar el sentido de cada uno de los proyectos constitutivos de las diferentes disciplinas psicológicas. Esta forma lógica de procedimiento, que tiene por objetivo develar histórica e epistemológicamente los sentidos subyacentes de la psicología, puede ser nuevamente observado en los alcances que Canguilhem desarrolla en 1980 en el texto El cerebro y el pensamiento. El texto traza una breve genealogía de la psicología, asignándole tres fuentes fundamentales. En primer lugar, Aristóteles y Galeno, que otorgan las bases para pensar la psicología como una disciplina asociada al campo de las ciencias naturales, herencia que se conserva a lo largo del siglo XIX con Broca y Gall. Esta visión de la psicología como ciencia natural, continua en el desarrollo que tendrán las neurociencias a partir de los últimos treinta años del siglo XX. En segundo lugar, Descartes se erige en otra de las bases para considerar esta vez la psicología como ciencia de la subjetividad, prologándose hasta Freud. En tercer lugar, Watson, que funda el behaviorismo como ciencia de las reacciones y del comportamiento bajo un espíritu de renovación y cambio, que intenta definir la psicología como una verdadera ciencia de la conducta. La visión de Lagache a propósito de la unidad de la psicología, o de Watson en su anhelo de fundar las verdaderas bases comportamentales de la ciencia psicológica, es justamente lo que Canguilhem rechaza. En el Tratado de lógica y moral escrito junto a J. Planet, Canguilhem (2011, p. 132) señala: “Tal tipo de ciencia no es posible; si hay ciencia, no habrá psicología, puesto que la subjetividad característica del psiquismo debe ser en primer lugar y como tal eliminada.”
Si la psicología es concebida al interior de un proyecto de ciencia que se sostiene de axiomas foráneos y propios a otras formas de organización del conocimiento, entonces la psicología no podrá ser la correcta interpretación de los aspectos sintéticos de la vida. Es cuando la psicología se convierte en una ciencia de las reacciones, para desembocar en la etología y la psicología animal. En lo referido a estos aspectos, cabe la justa reacción de Canguilhem ante las hipótesis de Comte. Ante la imposibilidad de una psicología científica, Comte pretende reemplazar estas inconsistencias por elementos propios de la biología y la sociología, ciencias que podrían brindar los elementos de objetividad y de cientificidad requeridos. La psicología se confunde de este modo con la biología (CANGUILHEM, 2011, p. 135). De igual modo que en la reflexión que acompaña la deliberación de Politzer sobre la psicología, Canguilhem aborda en Qu’est-ce que la psychologie, la crítica kantiana de la psicología empírica y la crítica comteana de la introspección, para volver sobre las inconsistencias de la observación de la “vida interior”. El órgano observador y el órgano observado no pueden ser los mismos; “[…] desear sorprenderse a uno mismo en la observación de sí, conduciría a la alienación.” (1994, p. 373).
Canguilhem establece un examen crítico de la psicología bajo el propósito de ubicar esta disciplina con la filosofía y la medicina, para de ese modo observar lo que la psicología tendría que decir respecto de las relaciones entre normal y lo patológico. De estos dos conceptos fundamentales, el filosofo intenta extraer los aspectos insospechados, el psicólogo opera inquiriendo al modo de un juez de la vida mental. Para Politzer, las preocupaciones relativas a estos aspectos son otras. Se trata de analizar las posibilidades que la filosofía presta para pensar la conformación de una ciencia singular, de las conciencias individuales, de los dramas de la vida. Canguilhem reflexiona desde la lógica de los conceptos, desde ellos extrae los alcances necesarios para pensar el desenvolvimiento de la vida humana, de un modo no mecanizado o automatizado. El resorte central de esta lectura es siempre de naturaleza moral, si se trata del análisis de la introspección, esta incluirá como uno de sus aspectos esenciales la dimensión axiológica. Punto de distancia con la crítica de Politzer y de Comte, que, aun si retoman aspectos morales, no profundizan en los alcances de estos aspectos para considerar una filosofía práctica orientada éticamente por la acción.
La crítica de la introspección revierte de un interés moral antes que epistemológico, procedimiento de investigación unipersonal, conducido de un modo pasivo, sin lograr observar los impasses entre el “estudio de si” y la “creación humana” autónoma y no alienada. Una filosofía así considerada, inclinada al análisis de la vida interior, solo puede generar para Canguilhem una escena antifilosófica para la realidad de la acción. La introspección es considerada una filosofía de la “inacción,” y los métodos y procedimientos de la psicología conductista, aspectos constituyentes de una filosofía de la “brutalidad”.
Apartándose de las filosofías de la inacción, y de aquellas que designan la brutalidad, Canguilhem se orienta al establecimiento de una filosofía de la vida, que toma como principal eje de su construcción, a la acción. Inicialmente, esta construcción se encuentra albergada en el rechazo a la sumisión ante los hechos, producto del repudio militarista y del pacifismo profesado por Emile Chartier. Un segundo momento puede ser encontrando en el Canguilhem del Tratado de lógica y moral, donde los criterios morales que son expuestos por todo individuo, se erigen como el acto de creación necesario en las relaciones que se mantiene con el medio. El tercer momento de esta lógica es explicitado en el texto de 1942, Lo normal y lo patológico, donde el develamiento de las relaciones de estas categorías coincide con las expresiones que el organismo vivo desarrolla para organizar nuevas acciones de oposición y resistencia ante el medio. Por ello, el behaviorismo supone un numero importantes de problemas, puesto que este último admite las relaciones entre el organismo y el medio. Si alguna filosofía puede ser supuesta en los principios y axiomas de esta forma de entender la psicología, Canguilhem indica que tendría que ser el positivismo. Definido ese momento, los interrogantes recaen sobre la idea de hombre que esta teoría concibe al pensar los hechos mentales como cosas. El behaviorismo no interroga en realidad de un modo previo la significación misma de la idea de hombre. “Filosofía de la brutalización humana” es la denominación que Canguilhem utiliza para referirse al behaviorismo. De este modo, la psicología se convierte en una disciplina que abocada a la exclusión de las significaciones humanas, se muda en técnica de disciplinamiento, de selección, permitiendo la creación de técnicas especializadas de segregación. El curso de la trasformación del hombre en instrumento, puede ser observado en los métodos y procedimientos de la psicología del trabajo. El hombre “[…] tratado como objeto de la racionalidad y de la organización científica del trabajo, es decir, como una máquina que imbrica correctamente otras máquinas.” (CANGUILHEM, 1947, p. 122). J. F. Braustein indica que el eje de esta crítica conduce a ver en el behaviorismo una forma de considerar al hombre no tanto como un instrumento, sino como un animal. “Esta psicología conduciría a identificar la domesticación con el aprendizaje, del animal al hombre.” (BRAUSTEIN, 2004, p. 14-16). El último tiempo de la crítica dirigida al behaviorismo como procedimiento de la brutalización del ser humano, se encuentra en el texto “Le cerveau et la pensée” (CANGUILHEM, 1993, p. 11-33), que define el interés de los poderes por adentrarse en llas capacidadesdel pensamiento, para posteriormente producir su normalización.
La filosofía práctica de Canguilhem, observada en los pasos de su constitución por medio de la crítica que es dirigida a la psicología, supone aspectos importantes de la historia de la filosofía. En una observación que considera la figura de J. Cavailles, Canguilhem realiza un recuento histórico de la filosofía de Husserl, y de Kant. De este último, el comentario se concentra en la interpretación psicologizante de la necesidad de las reglas, su carácter normativo e incondicionado, subordinado a lo absoluto de la conciencia.
De la inspiración que le es dada por Cavailles, Canguilhem elabora una filosofía sin sujeto, mantenido en ausencia en el contexto de sus análisis. Se trata del establecimiento de una filosofía del concepto, no de la conciencia y del sujeto. Para Canguilhem, Spinoza siembra las posibilidades iniciales del pensamiento que exige tal tipo de filosofía. Considerando a Spinoza, pero también a Rimbaud, Lichtenberg, Exner y Nietzsche, Canguilhem delimita el territorio que ocupa un pensar no supeditado a las condiciones del cogito.
La observación de esta filosofía que va de Spinoza a Nietzsche es también el propósito de pensar por fuera de las filosofías de la inacción y del fatalismo. El elemento político de estas reflexiones es significativamente relevante, completando el giro deliberativo que examina los principios o fundamentos del conocimiento (epistemología), por la vía de la reflexión axiológica (ética-moral). Considerando una filosofía sin sujeto es como las acciones de resistencia deben establecerse, para pensar contra las pretensiones exorbitantes de la psicología, que pretenden dar cuenta de las formas que el ser humano posee para pensar y actuar.
Conclusión
Ubicada en distintos momentos de la reflexión de G. Canguilhem, la crítica de la psicología se ubica al interior de un contexto filosófico preciso. Este es reflejo de las grandes discusiones que tuvieron lugar durante los primeros treinta años del siglo XX, ofreciendo al análisis filosófico, las derivas del pensamiento kantiano en el ámbito de los estudios psicológicos y antropológicos. La interrogación y los cuestionamientos realizados a la psicología reflejan para Canguilhem, el modo de ejecución de una filosofía inclinada al examen de los problemas que gravitan en torno de la praxis y la acción humana. Proyecto que es un modo de teorizar los límites de la interrogación filosófica. ¿De qué modo pensar más allá de las fronteras del cogito en sus distintas interpretaciones? La reflexión se dirige al ámbito de la acción, considerando aspectos de orden ético y político. En consecuencia, es importante observar que la crítica a la psicología no se realiza en nombre de ningún concepto especulativo relativo al ser humano. Se trata de comprender que la autonomía que expresan las acciones humanas no son aprehensibles por medio de los canales que facilita el discurso filosófico. Es en la acción real y contingente que la filosofía encuentra los límites de su teorización y discursividad.
Por medio de este gesto filosófico, es posible comprender gran parte del interés de Canguilhem por la medicina. El ejercicio práctico y clínico de la medicina definido en distintos momentos de su obra como la ilustración de la confluencia de distintas ciencias (Canguilhem hablará de la medicina como un arte), ilustra la imposibilidad de pensar la faz práctica de la medicina como la aplicación de enunciados científicos directos. La filosofía de la medicina de Canguilhem, ilustra de ese modo el sentido de la organización de una filosofía de la vida orientada a la reflexión de las normas que son creadas por el ser humano. Normas que no son la simple adaptación a un medio, ellas son; creación y oposición. Pero esta filosofía de la vida es también filosofía de la acción, cuando indica que el ser humano solo existe cuando rechaza lo dado, para imponerle el régimen de sus propios valores y normas.
G. Canguilhem, reader of Politzer: on the problem of action, practical philosophy and psychology as a concrete science
Abstract: This article analyzes the repercussions of G. Politzer's thought on the philosophy of life elaborated by G. Canguilhem. During the first thirty years of the twentieth century, Politzer's texts provide important material for the construction of the philosophy that Canguilhem builds on human individuality and its autonomy. The reading of Politzer constitutes for Canguilhem a motive of inspiration for his axiological, moral and political proposals. By associating the ideas of the concrete psychology that encapsulates the existence of man-actor, Canguilhem reconciles two series of arguments: a). the philosophy of life cannot do without an approach to human action; b). the presence of human action becomes inseparable from the assumptions that debate its existence between the singularity of its productions, and the apprehension that can be made of it by means of the universals that are proposed by science.
Keywords: Concrete psychology. Spiritualism. Introspection. Critical philosophy. Philosophy of action.
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Recibido: 08/09/2022
Acepto: 10/02/2023
1 Esta publicación se enmarca en el contexto de una investigación más vasta titulada: “Filosofía y medicina en G. Canguilhem: axiología, ontología y política de lo viviente”. Nuestros agradecimientos a ANID/Programa Fondecyt-regular/ proyecto Cód.: 1210534
2 Departamento de Humanidades y Artes, Universidad de los Lagos, avenida Fuchslocher 1305, Osorno – Chile. ORCID: https://orcid.org/0000-0002- 8064-0694 2. E-mail: manuel.bilbao@ulagos.cl.
3 Instituto de Psicología, Universidad Austral de Chile (UAC) – Chile. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7902-4704. E-mail: daniel.jofre@uach.cl.