
108 Trans/Form/Ação, Marília, v. 45, p. 101-124, 2022, Edição Especial 2.
LÓPEZ-MÚGICA, J.
está restringida por las demarcaciones de la nación (APTER, 2006, p. 5).
Baños sigue las advertencias de Spivak, de evitar el traducir con imposiciones
técnicas en el proceso de traducción del arte contemporáneo, al enfocarse en
lo que hay o existe entre la traducción y el texto. Se reconoce aquí una cercanía
al ser que tiene vitalidad múltiple y que espera recuperar ese espacio secular
revindicando un acto político. El lenguaje del pintor ya no es el mismo una
vez que circula y viaja dentro del texto visual que evidencia esas complejidades
siempre desde planos como iremos viendo racionales e irracionales. He aquí,
pues, la idea del pliegue y del repliegue de Deleuze (2005), que, a partir del
perspectivismo materialista de Leibniz, nos puntualiza la modulación de
un pliegue que va del nito al innito. Este concepto del pliegue sirve para
describir el barroco y traducir el neobarroco de Baños. Con él, el artista español
intenta desplegar sus políticas de lugar para encontrar la sociabilidad de la
ciudad como hemos comentado de Bourriaud (2002, p. 12) y sus intentos de
relacionalidad estética en sus grietas culturales. En los cuadros del pintor hay
tensiones de traducibilidad e intraducibilidad como dos pliegues que permiten
una elasticidad orgánica de sus lienzos, entendidos como cuerpos orgánicos
con alma y materia que van de lo abstracto a lo gurativo y viceversa.
Este ejercicio de entendimiento de la intraducibilidad de las lenguas,
entre naciones y comunidades culturales, nos va a ayudar a entender otro
aspecto visual que Benjamin (2006, p. 128) había explotado usando el concepto
de “[…] ‘anidad de lenguas [culturas]’ para indicar que la traducibilidad
está siempre determinada por la imposibilidad y/o posibilidad, entre
intraducibles.” No obstante, parafraseando a Derrida (2005), se trataría de
una justicia siempre diferencial y nunca poseída por parte del otro. La anidad
entre culturas sería el elemento fundamental, y no tanto la originalidad de
Benjamín, lo que hace que la (a) culturalidad respete los rasgos diferenciales
y pueda reconocer que ambas culturas tengan aspectos diferenciales, siempre
que el “Yo” penetre en el “Otro” con el n de (des) subjetivizar.
Los orígenes metafísicos solo podrán ser superados si se entiende que
al tratar de traducirlos, se van a emplear los movimientos de la disseminacion
o diérence, que para Derrida (1973, p. 129) estaría autorizada por la
escritura en lugar de por el habla. Deleuze (1970, p. 186) mantiene que esa
fuerza motriz de disseminacion o diérance, revela afecto, en otras palabras,
“[…] una potencia positiva que niega tanto al original como a la copia, al
modelo como a la reproducción.” Al n y al cabo, la perspectiva derridiana
considera que la frontera entre lo (in)traducible y lo (no) legible siempre está