ABSTRACT:
With the pandemic and quarantine situation, care took on a visibility and relevance in
daily
life and in the government agenda of our country never before considered necessary.It has
become
evident how the social organization
of care is unfair specifically
for women, thus accounting
for their
unequal distribution, reproducing inequalities and making their value invisible.From a
reflective
analysis of our own experience as sexual, historical people, with desires and affections, with
knowledge situated according to the teachings of feminisms, we carry out this communication
focusing on domestic and care work that show a triple inequality:they are carried out by women,
the majority after the working day, which is usually less paid than that of men and without any
remuneration: in addition, due to overload, it impacts our health. Even today, in all cultures, the
private sphere is the space of imbalances and injustices from the sexual division of labor and cultural
stereotypes, being one of the first inequalities between human beings: the field of care appears as the
most important, hard and invisible nucleus of gender inequality. Based on what has been analyzed,
we consider the urgent need to review and rethink family roles to promote co-responsibility and
reciprocity of care, challenging masculinities, trying to overcome heteropatriarchal norms to
denature and de-feminize them. At the same time, socially it is necessary to tend to reconcile the
productive and reproductive spaces, for which new citizen pacts are needed for the construction of
a care system that would imply a fairer life for women.
KEYWORDS:
Care-domestic
work. Inequality-co. Responsibility.
INTRODUCCIÓN
¿Qué entendemos por cuidados? Todos/as necesitamos recibir cuidados
y tenemos la capacidad de brindarlos. Desde que nacemos, sin la presencia y
cuidados de un otro, no podríamos sobrevivir. Están presentes en todas las
actividades de la vida; implica hacerse cargo de las necesidades de otra persona,
no solo para aliviar la enfermedad sino para potenciar la vida, nutrirla, lejos
de los mandatos morales que buscan perpetuar los mecanismos de control ya
establecidos. Es estar presente y atento a la vida sin quedar cautivos de la
obligación y el deber. Así, los podemos entender como una dimensión central del
bienestar y del desarrollo humano. Por ello es necesario diferenciar el cuidado,
de la seguridad y la preocupación que están más ligados a mecanismos de
control, alertas externas y/o procedimientos instrumentales, en cambio, desde el
cuidado potenciamos la vida, construimos vínculos, nos apoyamos y cooperamos
mutuamente, estamos presentes en una situación dada, entendiendo que es una
forma de vivir y convivir, singular y colectiva, gestados desde el deseo. Así, habría
que considerar que todos somos parte de la vida entramada y de cuidados: humanos
y no humanos, todos los seres vivos. Pero también debemos acotar que implican
energía, desgaste, tiempo, un trabajo que históricamente fue delegadoa las
mujeres sin reconocimiento alguno. Según Marçal, a partir del siglo XIX se
consideró que el trabajo doméstico realizado por las mujeres no era una actividad
económica sino una prolongación de su naturaleza bondadosa y abnegada, sin
relevancia social. En nuestra sociedad occidental no se priorizaron ni valorizaron
como parte del convivir ya que el paradigma del control permeó todas las esferas
de la vida y sus instituciones con sus actitudes y tonos paternalistas cuando no
francamente autoritarios. Los cuidados nunca fueron invisibles, sino que fueron